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La gran lección que aprendí del tenis…y ni raqueta tengo

Jamás he tocado una raqueta de tenis, no tengo idea cómo se juega, cuáles son las reglas ni cómo se ganan o pierden puntos. Pero algo que sí sé es cómo los grandes íconos del tenis “entran en la zona”

En mi otra vida cuando trabajaba en un corporativo, me preguntaba cuál era el impacto de mi trabajo más allá de generar utilidades para un montón de inversionistas que jamás iba a conocer en mi vida. Me preguntaba cómo podía hacer mejor la vida de alguien más y que se notara en mi y en la otra persona.

Me empezó a entrar la cosquilla de emprender porque me decía a mi misma: “esto no puede ser todo lo que hagas en la vida”, “tienes otras pasiones y este trabajo no es totalmente compatible con el impacto que quieres tener en la vida de las personas específicamente” , “te gusta ayudar a las personas”, “podrías ganar más”.

Luego yo solita me contesté:  “no pues va a estar cañón porque no tienes experiencia emprendiendo, no tienes autoridad para impactar la vida de nadie” , “necesitas mucho dinero”, “no te gustan las ventas, mejor quédate donde estás” “estás muy certificada pero no tienes la experiencia suficiente”…etc.

Y la primera vocecita me dijo: “pues nada pierdes con intentar”. Si te das cuenta hablo mucho conmigo misma. 

Seguramente tú también te has pescado diciéndote cosas, a veces echándote porras y a veces siendo muy dura contigo así que me entenderás.

Después de luchar entre tantas voces internas empecé mi camino emprendedor en paralelo a mi trabajo fijo y aquí estoy 6 años después con varios emprendimientos (unos fracasaron pero como ya sabes eso es parte del progreso), casi casi casi libertad financiera y un mejor manejo de mi tiempo además de haber impactado directamente la vida de cientos de profesionales con mi trabajo como coach.

Y te preguntarás ¡¿Qué tiene que ver eso con jugar tenis?!

En mi entrenamiento como coach ontológico se me apareció el libro El juego interior del Tenis de Tim Gallwey que describe cómo se entrenan los jugadores de alto rendimiento en el tenis para ganar. Te recomiendo que lo leas pero en resumen el entrenador le pide al tenista que para mejorar sus golpes o tiros (o como se llamen, recuerda que no sé jugar tenis) no se enfoque en mejorar sino que visualice cómo se siente la raqueta, la pelota, el aire, la cancha. O sea que practique estar presente y dejarse fluir.

Ahí aprendí que todos tenemos dos voces, la interna y la externa.

La externa es la que califica, la que acciona, la que juzga, la que toma decisiones. Es útil pero a veces hay que callarla.

El juego interior es la segunda voz, la que tiene lugar en la mente y juega con obstáculos como el miedo, duda, desenfoque y creencias. La que te deja ser tu verdadero yo.

Estos dos juegos se interfieren entre sí constantemente y eso te limita a avanzar en lo que quieres lograr. 

Saber esto me pareció muy revelador. Eso de estar hablando conmigo me estaba quitando mucho tiempo y me estaba frenando el conflicto de hacerle caso a una voz o a la otra. Es imposible tener satisfacción en cualquier cosa sin primero desarrollar cierto grado de maestría en el juego interno. La maestría en el juego interno se gana con la práctica de lo que los deportistas llaman “estar en la zona” lo que te pasa cuando tu mente está en calma y enfocada. Sin juzgarte, sin aconsejarte, sin reclamarte. Simplemente está fluyendo.

Entre más tiempo pases en “la zona”, estarás más enfocada y más productiva que nunca. El momento para criticarte o para planificar cambios viene después, no durante la ejecución.

Y así fue como sin haber tocado una raqueta de tenis en mi vida, aprendí la lección más importante del juego. Fluye, enfócate sin juzgarte y no seas tu propio freno.

Es hora de que tú querida amiga empieces a distinguir cuando habla tu voz exterior y qué necesitas hacer para “entrar en la zona” .

No estás sola si necesitas encontrar claridad, siempre estoy acá para escucharte y acompañarte.